"Primera actitud del maestro rural"
José Terán Tovar en El Maestro Rural
El Prof. Teran Tovar
fue un gran organizador de asociaciones campesinas en las zonas en que trabajó
como inspector escolar, hacía las siguientes recomendaciones a los maestros
recién llegados a una comunidad:
“...como primera medida, al llegar a un
pueblo, en que vamos a trabajar como Maestros Rurales, daremos una vueltecita
por las calles para conocerlo aunque sea en forma general; luego trataremos de
conocer hasta en sus menores detalles a la iglesia, la escuela, el juzgado, el
comité ejidal, etc. Por la noche, llamaremos a los vecinos y en una reunión que
con ellos celebraremos, les expondremos nuestra buena voluntad, nuestro deseo
de trabajar, las ideas y propósitos del Gobierno. Yo estoy seguro que todos los
vecinos irán al llamado que se les haga, pues siendo nosotros cosa rara en el
poblado, aunque sea por curiosidad asistirán a esa junta. En ella tendremos
buen cuidado de no exponer las ideas deprimentes que nos haya merecido el
pueblo, los niños o los vecinos, y por ningún motivo demostraremos incomodidad
o tristeza.
En seguida, el recién llegado maestro debía
comenzar sus clases organizando a los niños en sociedad de alumnos, la que
ayudaría mucho en el trabajo posterior a seguir; después debía hacer un
inventario de los bienes de la escuela y de todo aquello que pudiera servir
para el trabajo.
No debemos olvidar —continúa Terán Tovar— que
para todas estas cosas necesitamos hacernos amigos del comisario del pueblo,
juez o como se llame el representante de la autoridad; también hay que estar en
relaciones constantes con el jefe de los agraristas, si es que los hay, y si
no, con los ancianos más distinguidos y virtuosos que haya entre los
trabajadores. AI comerciante lo trataremos bien, sin demostrarle gran cariño,
pues ya lo atacaremos a su debido tiempo [...] Si, debemos apartarnos y no
permitir que entren a la escuela, ni el cantinero ni el cura, a quienes no
mencionaremos los primeros días, ni para bien ni para mal, si es que ellos no
se meten con nosotros; pero los atacaremos sin piedad, luego que ya tengamos organizado
a nuestro pueblo y que la escuela haya empezado a desarrollar su acción.”
Todo ello no era sino
la antesala de lo que constituía el trabajo fundamental: la organización de los
campesinos para luchar por la tierra.
“En la misma forma que iniciemos nuestro
trabajo con los niños y con los grandes en las obras relacionadas con la
escuela, lo haremos al tratar de atacar los problemas comunales. Empezaremos
por hablarles de una vida mejor, de lo mucho que se puede hacer con buena
voluntad y de lo que nosotros esperamos de ellos. Luego, organizaremos a las
gentes en sociedad y empezaremos la lucha, que debe hacerse siempre procurando
escoger primero a los líderes, de quienes ya nos habremos hecho amigos para
visitarlos en sus casas y hablarles de nuestros propósitos con toda amplitud.
No debemos olvidar, que problema que se ataca sin formar una sociedad que nos
respalde en los momentos difíciles, es problema que fracasa, poniéndonos en
ridículo y llevando el riesgo hasta de sacrificarnos.”
Sin duda alguna
muchos maestros debieron ser tan inconscientes de su cometido político como lo
eran gran número de campesinos que no tenían ni siquiera idea de los derechos
que les concedían las leyes revolucionarias; pero puede decirse, a buen seguro,
que una generalidad de los maestros rurales estuvieron a la altura de su
misión, probablemente no tanto como se esperaba de ellos, pero sí lo suficiente
como para contar de manera decisiva en el desarrollo de la reforma agraria. Su
fidelidad al gobierno revolucionario quedaba asegurada por su propio contacto
con los trabajadores del campo, de los que obtenían no sólo sus auxiliares en
las labores que llevaban a cabo, sino además sus defensores más decididos. La
relación con las masas, por lo demás, y siempre que mantuvieran firmes sus
proyectos de mejoramiento, no podía por más de ser una fuente inagotable de
estímulos y de entusiasmo. Pero ellos, en el fondo, tenían sobradas razones
para identificarse con el gobierno de la Revolución. Después de todo era él el
que los había mandado al campo con el propósito expreso y perentorio de
organizar a los campesinos para obtener y trabajar la tierra. Buena parte de
ellos eran miembros del Partido Comunista de México,2 y una buena
proporción del total, tal vez la mitad (Raby), se inclinaban hacia el
socialismo. Independientemente de que todos los mexicanos progresistas, entre
los que se contaba la mayoría de los maestros rurales, apoyaban la política
cardenista, es un hecho cierto que muchos pensaban que el país se encaminaba
hacia el socialismo y que las medidas tomadas por Cárdenas no podían tener más finalidad
que ésa. Entre ellos se encontraban los maestros, y aunque también es verdad
que entre ellos había muchos radicales que tenían otro modo de pensar, éstos
debían ser pocos, por el mismo tipo de trabajo que hacían, entre los maestros
rurales. Pocas dudas podían caberles de que ellos, como ningún otro grupo
social, estaban luchando por el socialismo, y ello renovaba su adhesión y su
fidelidad al régimen de la Revolución. Jamás sabremos en qué medida la
educación socialista se convirtió en precepto constitucional únicamente para
alentar a los maestros en su trabajo de reforma social, pero lo cierto es que
para ellos fue una bandera por la cual ofrendaron todo lo que tenían al Estado
de la Revolución.
CITAS:
1.- José Terán Tovar, "Primera actitud del
maestro rural", en El Maestro Rural, t. VI, n. 5, lo. de marzo de
1935,p. 15. En un documento publicado en la misma revista, se proponen los
siguientes principios de acción para los maestros rurales: "Organización
social de los educandos (comunidades escolares, comités, comisiones y equipos de
trabajo y de propaganda, etc.), para la realización, en forma colectiva, de las
diversas actividades escolares. Tal organización escolar tendrá los siguientes
fines principales: a] Demostrar las ventajas sociales y personales del trabajo
colectivo sobre el trabajo individualista. b] Arraigar fuertemente el espíritu
de cooperación y solidaridad humanas para que, al actuar en la sociedad,
realicen en forma colectiva y con criterio revolucionario, tanto la producción
social como la defensa y el disfrute de lo producido" ("Orientaciones
sobre los fines de la educación socialista", en El Maestro Rural,
t. XI, n. 3, marzo de 1938, p. 9).
2.- En junio de 1937 el PCM aseguraba
tener 17 000 miembros (en 1939 éstos eran en número de 30000), de cuales
aceptaba que una tercera parte eran maestros (El Machete, 26 de junio de
1937). En esa época los maestros en todo el país eran unos 40000, o sea, que de
cada ocho maestros uno era comunista (David L. Raby, op. cit., pp. 91-92).
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FRAGMENTO EXTRAIDO DE:
Bájenlo pulsando esta liga:
http://www.cuadernospoliticos.unam.mx/cuadernos/contenido/CP.2/CP2.7.ArnaldoCordova.pdf
Este articulo se lo dedico al maestro jubilado Profr. Fidel director por muchos años de Xochiltepec del municipio de Textitlán; entrañable amigo.
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