sábado, 16 de marzo de 2013

PRIMERA ACTITUD DEL MAESTRO RURAL






"Primera actitud del maestro rural"
 José Terán Tovar en El Maestro Rural






El Prof. Teran Tovar fue un gran organizador de asociaciones campesinas en las zonas en que trabajó como inspector escolar, hacía las siguientes recomendaciones a los maestros recién llegados a una comunidad:

“...como primera medida, al llegar a un pueblo, en que vamos a trabajar como Maestros Rurales, daremos una vueltecita por las calles para conocerlo aunque sea en forma general; luego trataremos de conocer hasta en sus menores detalles a la iglesia, la escuela, el juzgado, el comité ejidal, etc. Por la noche, llamaremos a los vecinos y en una reunión que con ellos celebraremos, les expondremos nuestra buena voluntad, nuestro deseo de trabajar, las ideas y propósitos del Gobierno. Yo estoy seguro que todos los vecinos irán al llamado que se les haga, pues siendo nosotros cosa rara en el poblado, aunque sea por curiosidad asistirán a esa junta. En ella tendremos buen cuidado de no exponer las ideas deprimentes que nos haya merecido el pueblo, los niños o los vecinos, y por ningún motivo demostraremos incomodidad o tristeza.

En seguida, el recién llegado maestro debía comenzar sus clases organizando a los niños en sociedad de alumnos, la que ayudaría mucho en el trabajo posterior a seguir; después debía hacer un inventario de los bienes de la escuela y de todo aquello que pudiera servir para el trabajo.

No debemos olvidar —continúa Terán Tovar— que para todas estas cosas necesitamos hacernos amigos del comisario del pueblo, juez o como se llame el representante de la autoridad; también hay que estar en relaciones constantes con el jefe de los agraristas, si es que los hay, y si no, con los ancianos más distinguidos y virtuosos que haya entre los trabajadores. AI comerciante lo trataremos bien, sin demostrarle gran cariño, pues ya lo atacaremos a su debido tiempo [...] Si, debemos apartarnos y no permitir que entren a la escuela, ni el cantinero ni el cura, a quienes no mencionaremos los primeros días, ni para bien ni para mal, si es que ellos no se meten con nosotros; pero los atacaremos sin piedad, luego que ya tengamos organizado a nuestro pueblo y que la escuela haya empezado a desarrollar su acción.”

Todo ello no era sino la antesala de lo que constituía el trabajo fundamental: la organización de los campesinos para luchar por la tierra.

“En la misma forma que iniciemos nuestro trabajo con los niños y con los grandes en las obras relacionadas con la escuela, lo haremos al tratar de atacar los problemas comunales. Empezaremos por hablarles de una vida mejor, de lo mucho que se puede hacer con buena voluntad y de lo que nosotros esperamos de ellos. Luego, organizaremos a las gentes en sociedad y empezaremos la lucha, que debe hacerse siempre procurando escoger primero a los líderes, de quienes ya nos habremos hecho amigos para visitarlos en sus casas y hablarles de nuestros propósitos con toda amplitud. No debemos olvidar, que problema que se ataca sin formar una sociedad que nos respalde en los momentos difíciles, es problema que fracasa, poniéndonos en ridículo y llevando el riesgo hasta de sacrificarnos.”

Sin duda alguna muchos maestros debieron ser tan inconscientes de su cometido político como lo eran gran número de campesinos que no tenían ni siquiera idea de los derechos que les concedían las leyes revolucionarias; pero puede decirse, a buen seguro, que una generalidad de los maestros rurales estuvieron a la altura de su misión, probablemente no tanto como se esperaba de ellos, pero sí lo suficiente como para contar de manera decisiva en el desarrollo de la reforma agraria. Su fidelidad al gobierno revolucionario quedaba asegurada por su propio contacto con los trabajadores del campo, de los que obtenían no sólo sus auxiliares en las labores que llevaban a cabo, sino además sus defensores más decididos. La relación con las masas, por lo demás, y siempre que mantuvieran firmes sus proyectos de mejoramiento, no podía por más de ser una fuente inagotable de estímulos y de entusiasmo. Pero ellos, en el fondo, tenían sobradas razones para identificarse con el gobierno de la Revolución. Después de todo era él el que los había mandado al campo con el propósito expreso y perentorio de organizar a los campesinos para obtener y trabajar la tierra. Buena parte de ellos eran miembros del Partido Comunista de México,2 y una buena proporción del total, tal vez la mitad (Raby), se inclinaban hacia el socialismo. Independientemente de que todos los mexicanos progresistas, entre los que se contaba la mayoría de los maestros rurales, apoyaban la política cardenista, es un hecho cierto que muchos pensaban que el país se encaminaba hacia el socialismo y que las medidas tomadas por Cárdenas no podían tener más finalidad que ésa. Entre ellos se encontraban los maestros, y aunque también es verdad que entre ellos había muchos radicales que tenían otro modo de pensar, éstos debían ser pocos, por el mismo tipo de trabajo que hacían, entre los maestros rurales. Pocas dudas podían caberles de que ellos, como ningún otro grupo social, estaban luchando por el socialismo, y ello renovaba su adhesión y su fidelidad al régimen de la Revolución. Jamás sabremos en qué medida la educación socialista se convirtió en precepto constitucional únicamente para alentar a los maestros en su trabajo de reforma social, pero lo cierto es que para ellos fue una bandera por la cual ofrendaron todo lo que tenían al Estado de la Revolución.

CITAS:
1.-  José Terán Tovar, "Primera actitud del maestro rural", en El Maestro Rural, t. VI, n. 5, lo. de marzo de 1935,p. 15. En un documento publicado en la misma revista, se proponen los siguientes principios de acción para los maestros rurales: "Organización social de los educandos (comunidades escolares, comités, comisiones y equipos de trabajo y de propaganda, etc.), para la realización, en forma colectiva, de las diversas actividades escolares. Tal organización escolar tendrá los siguientes fines principales: a] Demostrar las ventajas sociales y personales del trabajo colectivo sobre el trabajo individualista. b] Arraigar fuertemente el espíritu de cooperación y solidaridad humanas para que, al actuar en la sociedad, realicen en forma colectiva y con criterio revolucionario, tanto la producción social como la defensa y el disfrute de lo producido" ("Orientaciones sobre los fines de la educación socialista", en El Maestro Rural, t. XI, n. 3, marzo de 1938, p. 9).
2.- En junio de 1937 el PCM aseguraba tener 17 000 miembros (en 1939 éstos eran en número de 30000), de cuales aceptaba que una tercera parte eran maestros (El Machete, 26 de junio de 1937). En esa época los maestros en todo el país eran unos 40000, o sea, que de cada ocho maestros uno era comunista (David L. Raby, op. cit., pp. 91-92).



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FRAGMENTO EXTRAIDO DE:

LOS MAESTROS RURALES EN EL CARDENISMO  de Cuadernos Políticos, número 2, México, D.F., editorial Era, octubre-diciembre de 1974, pp. 77-92.
Bájenlo pulsando esta liga:
http://www.cuadernospoliticos.unam.mx/cuadernos/contenido/CP.2/CP2.7.ArnaldoCordova.pdf


Este articulo se lo dedico al maestro jubilado Profr. Fidel director por muchos años de Xochiltepec del municipio de Textitlán; entrañable amigo.

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